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Flores Blancas (III)
No falta mucho para la puesta de sol y las nubes sin aparecer. Así el cielo aunque limpio y brillante, azul y despejadísimo dará una puesta de sol rápida y fría. Ya no se oyen tantas abejas como durante la mañana aunque no han dejado de afinar el conjunto de zumbadoras, pero el olor a flores sigue impregnándolo todo, a medida que te acercas al arbol es más intenso y la oportunidad de renovar el aire de mis pulmones con esta esencia no la puedo dejar pasar, pensé igual que por la mañana, ¿cúanta gente no lo habrá probado nunca? Soy afortunado por disfrutar de estos aires. A pesar de que lleva todo el día calentando, la hierba que hay en la sombra está fresca, y al tumbarme sobre ella huele a recién cortada. Me he manchado los codos y los pantalones de un tinte verde muy natural, y no se quita, no sale. Desde abajo el almendro es mucho más grande y para mirarlo tengo que sortear al Sol que me busca entre la hierba, pero he encontrado este puntito en que tumbado le miro y me da sombra, le huelo y me llena de vida, y a pesar de todo lo que me dá, he venido a quedarme con un poquito de su alma, y me da tanto.
Flores Blancas (II)
Una mañana soleada, ni una nube, ni un soplo de aire. El Sol calentando como es propio en Junio, pero sólo es Marzo.Una ligera brisa, suave, breve, fresca, me giro para respirarla y sentirla. Este aroma que me atraviesa sólo vuela en el aire unos pocos días al año, y mucha gente no lo ha sentido ni olido nunca, soy afortunado por ello. Tomo aire más profundamente y comienzo a caminar. Viñas recién podadas, sangrando savia, llorando por los cortes, derramádose sobre el suelo. Trigos y cebadas recien brotados, asomando unos pocos centímetros por encima del suelo,… tiñiendo de verde la tierra roja, y esperando esa brisa para cimbrearse y respirarla también y quitarme a mi un poco. Van y vienen, con vuelos perfectos me esquivan mientras me acerco y al llegar el ruido asusta, sientes el baile de flor en flor mientras recogen y polinizan, suenan como un motor en marcha, sin humos, pero perfectamente afinado, se puede sentir su potencia en su sonido. Y para romper el horizonte sólo hace falta levantar la vista un poquito y encontrarse con una gran cantidad de Flores Blancas, el viejo Almendro me las trae una primavera tras otra y yo vuelvo cada una de estas primaveras a disfrutarlas a olerlas a hacerlas mías a mi manera, a robarle un poquito el alma al arbol y llevármelo a casa guardadito en mi máquina del tiempo.
Flores Blancas (I)
Es la estación del Amor, en la que el cuerpo se impone a la cordura, en la que hacemos más locuras sin preguntar porqué, en la que los sentidos afloran esperando el calor y su llegada, en la que nos gusta ver la brisa mientras acaricia la hierba, en la que el canto de los pajarillos nos encandila, en la que las flores liberan aromas que viajan flotando hasta envolvernos y hacernos respirar más profundo que ningún otro día del año…. es la Primavera que, como el refrán dice, la sangre altera.
Es la estación en la que es más fácil respirar más profundamente y reirnos más, y como está más “permitido” hacer locuras,… ¡hagámoslas!