El Sábado pasado, con una previsión de lluvia del 95%, nos fuimos a comer al campo, todo el pueblo, para continuar con la romería que se celebra año tras año en Quintanilla de los Caballeros, a unos 2,2Km del pueblo. No sólo no llovió sino que salvo algún ratito sin mucho aire se estaba muy bien.
La puesta de sol con las nubes en medio prometía mucho y como la cámara no andaba muy lejos,… pues hice algunas. Esta para hoy,… y si me da tiempo mañana,… os pongo la segunda entrada.
La información EXIF de la foto es: F9, 1/1600, ISO 50 (forzado), 18mm. Todo ello disparado con D300 y 18-200VR.
El tratamiento es como últimamente sencillo pero laborioso. HDR de un sólo RAW, mejora de contraste con estrechamiento de histograma y luego un tratamiento que define la zona verde y la mejora (originalmente es demasiado oscura).
Dios´qué maravilla Guti! no retratas paisajes sino estados de ánimo… Ese sol tratando de salir entre las nubes, esa luz entre la humedad de esas nubes negras que parecen casi de interior… Gracias amigo, enhorabuena artista.
Un abrazo grande
¡Menudo equipo hacéis los dos! Felicidades por la foto. Besos.
Esta vez si….. el cielo es casi tan bueno como el anterior con el sol intentando quitarse ese velo que impide que llegue la verdadera primavera, y la tierra, ese verde me ha recordado el día que estuve en Appenzell (Suiza) – 1 de agosto de 2004 – me acuerdo del día porque estabán celebrando la fiesta nacional. Nunca había visto un verde igual y esta foto me lo ha recordado.
Un abrazo
A proposito ¿Quintanilla de los Caballeros a 2,2 km de Tubilla? ¡¡¡ Nunca había oido tal nombre !!!
En ocasiones veo flares…
Castilla en estado puro!!!!……la foto es preciosa y el verde impresionante
Es muy bointa, el cielo precios y se siente la primevera al llegar.
Había una vez, en un bosque muy lejano soleado y bonito, un par de amigos muy singulares. En uno de los rinconcitos del bosque, bajo un gran alcornoque siempre podías encontrar a la ardilla “Flipy” y a su amiga la flor “Margarita”.
Se pasaban horas y horas hablando, charlando de las cosas que les ocurrían, haciendo los deberes del cole, y sobre todo, disfrutando cada segundo de su amistad.
Durante muchos meses el sol brilló, hacía una temperatura muy agradable para poder jugar por el bosque y disfrutar de las horas de vacaciones del verano.
Poco a poco, el tiempo fue cambiando, vinieron oscuros nubarrones que dejaron sus gotas de lluvia por doquier, anegándolo todo.
El viento gélido irrumpió en el bosque silvando y moviendo todo lo que tocaba. Flipy empezó a notar que su amiga Margarita cada día que pasaba estaba más mustia y pocha. No tenía alegría y sus pétalos empezaron a caerse.
Flipy preocupada volvió a su madriguera, esperando que el día siguiente fuera mejor para su amiga Margarita. Al día siguiente, Flipy comprobó asombrada como ya no quedaba ni rastro de Margarita, solo un pequeño tallo emergía del suelo. Todo estaba cubierto por la nieve, no había rastro de su amiga, y empezó a sentirse muy sola.
Le preguntó a su mamá que qué había pasado con Margarita. No podía creer que su mejor amiga le hubiera abandonado sin tan siquiera despedirse, y comenzó a llorar.
Su mamá le dio un vaso de leche calentito, y le explicó que Margarita en el invierno tenía que desaparecer, quedando sus raíces en el suelo, porque ese era su ciclo de la vida. Pero que con la llegada de la primavera y los primeros rayos de sol que fundieran la nieve que ahora lo cubría todo, con un manto blanco, su amiga Margarita volvería a irrumpir en su vida.
Pasaron los días, las semanas y los meses. Flipy iba al cole, hacía sus tareas y vivió un invierno triste, pero a la vez ilusionada por la llegada de la primavera.
Nunca deseó tanto que hubiera un cambio de estación hasta ese momento. Y no era por el frío que hacía, ni por la oscuridad de los días. Era porque deseaba volver a ver a su amiga más que nada en el mundo.
Llegó Marzo, una mañana en la que sus amigos los jilgueros comenzaron a silbar alegremente, Flipy se levantó de un salto .Vio como el manto de nieve que lo cubría todo hasta donde le alcanzaba la vista había desaparecido, y comprobó con mucha alegría que el sol había salido de entre las nubes, y el ambiente era cálido y agradable.
Corrió rápidamente hacia el lugar donde vivía Margarita, bajo el gran Alcornoque, y cuál fue su sorpresa cuando vio a Margarita en la lejanía. Se estaba despertando de su larga siesta y desperezándose para volver a poner en funcionamiento todas las partes de su cuerpo.
Flipy abrazó a su amiga, y ésta se alegró al verle tanto o más que Flipy. La ardilla emocionada le dijo que creía que la había perdido, que había hecho algo que le había molestado y por eso se había ido.
Margarita, sonriente, le dijo a su querida amiga que no le dio tiempo a despedirse de ella, porque la nieve vino sin avisar, pero que sabía que la esperaría para compartir nuevos momentos de diversión y alegría, porque los buenos amigos se esperan siempre, pase lo que pase.
Desde entonces Flipy y Margarita fueron los mejores amigos del bosque, se entendían y comprendían a la perfección y lo que era más importante, tenían una valiosa amistad.
Y colorín colorado, este bonito cuento se ha acabado
UN besazo muyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy grande