Tenemos en Aranda un río que nos da el resto del nombre, un río que tiene a su paso por Aranda un paso de ensueño para el otoño, un paseo de ensueño para el otoño.
Con las hojas como alfombra y cortina del sol y el suelo, se cubre este paseo cada año entre amarillo y verde, y entre sus crujiditos rotos al pisarlas y verlas perder el vuelo, deberemos encontrar cada año un cuándo y un quién para caminar por el paseo de esta rivera, que tanto gustó a mi tocayo Machado.