Una llamada de teléfono de un amigo me alerta de que la luna que se acerca al horizonte está enorme y roja, que no me la pierda. Son cerca de las dos de la mañana, pero no hace frío y no hace aire,… así que salgo corriendo con la cámara el disparador remoto y el trípode,… subo ladera arriba y me la encuentro saludándome y haciéndome guiños rojos y encarnados. No está llena ni está particularmente estilizada,… pero el color que enseña y su tamaño aparente son embriagadores,… a mi no deja mirar a otro lado y miro por el visor de la cámara con los dos ojos abiertos, no vaya a ser que si cierro uno cuando lo abra ya no esté esperándome y se haya marchado.
La misma Luna en Tubilla (II)
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