
Es lo que tiene el veranito, que nos trae unos colores impresionantes.
Al dueño de la tierra sembrada seguro que no le gusta lo mismo que a nosostros, pero es cierto que el espectáculo de color es delicioso.
Esta entrada fue escrita el jueves, 28 de junio de 2012 a las 16:35 y archivada en fotografia. Puedes seguir cualquier respuesta a esta entrada a través del feed RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propio sitio web.
Gracias por esta foto, porque me encantan las amapolas. Será por lo de ser de pueblo, aunque a los agricultores no les gusta porque desmineraliza mucho la tierra y suelen salir en terrenos muy duros y sin demasiados nutrientes.
Para mí, flores con tanto color como las rosas, sin espinas y solo se pueden disfrutar cuando ellas y el espectador están vivos. Por lo que para regalarlas sólo se puede hacer dando un paseo o en una fotografía como esta… Gracias
Qué bonita, Guti. Como siempre, nos alegras la vida un ratico. Que no decaiga esa foto al mes, y duro con el proyecto. Un beso.
Preciosa, me recuerda a una serie de cuadros de Rafael Requena, uno de los mejores acuarelistas que hemos tenido en España. UN abrazo, amigo
Muy bonita foto, hasta la forma de las nubes mejora la composición.
Ánimo y un abrazo.