Una tarde fresquita,… viento que mece las hojas y las ramas, y alguna gota que sobre la cara que promete un fuerte aguacero. Si te colocas en la dirección del viento el olor a las flores del almendro te llega desde lejos,… es como el cebo para cazar y el árbol había encontrado la forma de cazarme, y allí me tenía, si bien era yo el que disparaba, era él el que me tenía.
No os olvidéis de ver otro almendrito en: www.parandoeltiempo.com que tiene su puntito de curiosidad.